Josué 1:8
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley (Biblia), sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
La desidia aparece cuando empezamos a tener falta de ánimo, interés, cuidado o disposición para hacer algo y en este caso nos referimos a la falta de ganas y deseo de meditar la Palabra de Dios. ¿Se ha perdido el deleite? ¿Se ha perdido el norte y la motivación de leer la Biblia? Para salir de la desidia es necesario tomar una decisión, una decisión que solo tú y yo debemos tomar. Sin embargo, es claro que necesitamos un impulso de vez en cuando, así que ¿Qué mejor que la Palabra de Dios para que nos dé ese impulso?
Veamos:
1. La Biblia nos enseña a conocer la voluntad de Dios: (Mateo 6:9-15)… ¿Hágase tu voluntad? ¿Cuál voluntad?
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
La única que es buena, agradable y perfecta!
2. La Biblia nos enseña a no temer porque en todo instante con nosotros Dios está y no nos abandonará:
“Les digo estas cosas para que estén unidos a mí y así sean felices de verdad. Pero tengan valor: yo he vencido a los poderes que gobiernan este mundo.” (Juan 16:33 TLA)
por lo tanto
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
3. La Biblia nos enseña que todo lo que está escrita en ella para nosotros se cumplió, se cumple y se seguirá cumpliendo:
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55:10-11)
4. La Biblia es nuestro alimento:
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4)
5. La Biblia nos enseña como ser sabios:
“Hijo mío, si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si prestas oído a la sabiduría y te entregas a la inteligencia; si clamas por inteligencia y discernimiento, si los buscas como si fuera plata o un tesoro escondido, entonces comprenderás lo que es honrar al Señor y encontrarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor concede sabiduría; de su boca fluyen conocimiento y ciencia. El Señor ayuda y protege a los que viven con rectitud y justicia. Él cuida el sendero de los justos y protege a aquellos que le son fieles. Entonces comprenderás lo que es recto y justo, y sabrás tomar la decisión correcta cada vez que lo necesites.” (Proverbios 2:1-9 NBV)
6. La Biblia nos enseña que tenemos autoridad y poder en el nombre de Jesús:
“Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y, cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud.” (Marcos 16:17-18 NVI)
7. La Biblia nos enseña que no son 1 ni 2 sino 3!:
“Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:6-8)
¿Nos animó el tema? ¿Queremos conocer más? Entonces dejemos la dejadez, la negligencia, la pereza y la desidia, y pongámonos en la tarea de meditar en la Palabra de Dios dado que nos sorprenderíamos con cuantas más cosas hallaríamos en ella! ¿Qué dices?
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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!