2 Pedro 1:3-11
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”
“Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (1 Corintios 12:11)
A cada uno de nosotros se nos ha dado diversidad de dones y talentos, estrategias y obviamente tenemos maneras diferentes de hacer las cosas, pensamos diferente puesto que así Dios nos diseñó. (Isaías 64:8, Efesios 2:10), pero existe un grave problema cuando dejamos de lado de qué estamos hechos para terminar enfocarnos en los demás de manera crítica.
Examinando 2 Pedro 1:3-11
Somos una gran creación, una gran obra de arte que no tiene límites realizada por el Gran Señor ¿para que nosotros mismos si nos limitemos?
Veamos qué nos enseña 2 Pedro 1:3-11:
1. “Preciosas y grandísimas promesas”
Imaginemos el panorama… El Dios todopoderoso que nos está llamando para darnos preciosas y grandísimas promesas, y nosotros poniendole quejas de que alguien nos está limitando… ¿Dónde estará realmente el problema: En el que pensamos que nos está limitando o en nosotros por ser incrédulos?… ¿Sabíamos que tenemos la mente de Cristo? (1 Corintios 2:16)… Así es, no tenemos límites! Por ende cuando creemos que nos limitan estamos siendo incrédulos!
“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.” (Marcos 9:23-24)
Dejemos la incredulidad para apropiarnos de las preciosas y grandísimas promesas que nos ayudarán a ser participantes de la naturaleza divina, de otro modo, la incredulidad solo nos llevará de vuelta a la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia… (2 Pedro 1:4)
2. “Poniendo toda diligencia por esto mismo”
Muchas veces perdemos la mirada de Cristo por mirar lo que no se nos ha mandado, por eso nos llenamos de excusas, nos llenamos de quejas con el Señor, no hacemos nada al respecto, y para agregar, culpamos a los demás de lo que ciertamente deberíamos haber hecho hace mucho tiempo… perdemos el foco!
El enfocarnos en estas cosas solo nos llevará a la ociosidad, de la ociosidad pasaremos al chisme y entrometernos donde nadie nos llamó hablando lo que no debemos (1 Timoteo 5:13)… Tristemente no alcanzamos nada por perder el tiempo!
Por ello se nos aconseja que agreguemos a nuestra
“… fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2 Pedro 1:5-7)
¿No dice la Biblia que busquemos el reino de Dios y su justicia? (Mateo 6:33)… ¿No dice la Palabra que fijemos nuestra mirada en Jesús? (Hebreos 12:2) ¿Para qué? Para no
“estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 1:8)
Así que ¡Manos a la obra!
3. “procurad hacer firme vuestra vocación y elección”
¿Es importante lo que queremos lograr? ¿Valdrá la pena lo que queremos lograr? De ser así entonces tengamos respeto por nosotros mismos! Para ver el fruto siempre necesitará esfuerzo, dedicación, enfoque, constancia, actitud, responsabilidad, disciplina y Tiempo! Nuestra vocación y elección! Recordemos que no corremos por cualquier cosa
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” (1 Corintios 9:24)
¿Cuál premio?
“Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2 Pedro 1:11)
¿Molestos porque el que va delante no nos deja pasar pero tampoco somos capaces de decirle “Un permiso por favor”? Por favor, digamos la Palabra! Ya no limitemos nuestro andar ni nos quejemos con el Señor cuando no hacemos nada al respecto!
¿Qué dices? ¿Un nuevo día con determinación?!
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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!