¿Dementes?

Daniel 4:29-32 PDT
Un año después, el rey caminaba por la terraza de su palacio de Babilonia y dijo: «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo construí esta ciudad con mi poder. ¡La he hecho capital de mi reino para mostrar lo grande que soy!» El rey no había terminado de hablar, cuando se oyó una voz desde el cielo diciendo: «¡Escucha lo que te va a suceder rey Nabucodonosor! Ya no tienes ningún poder sobre tu reino. Te apartarán de los hombres. Vivirás con los animales, comerás pasto como el ganado y te mojarás con el rocío. Vivirás así durante siete años, hasta que te des cuenta de que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién los gobierna».» 

Continuando…

«Apenas terminó este mensaje, se cumplió todo lo que decía. Nabucodonosor fue alejado de la gente y empezó a comer pasto como el ganado. Su cuerpo se empapó con el rocío. Le creció el pelo hasta que parecía que tuviera plumas de águila, y las uñas le crecieron tanto que parecían las garras de un ave. Cuando pasaron los siete años, yo, Nabucodonosor, miré hacia el cielo y recobré la razón. Alabé al Dios altísimo y bendije al que vive por siempre: Él es quien gobierna eternamente y su reino seguirá de generación en generación. Los habitantes de la tierra son insignificantes si se les compara con él. Hace siempre su voluntad, tanto entre los habitantes del cielo, como entre la gente de la tierra. Nadie puede estar en contra de su poder, ni preguntar por qué hace lo que hace.» (Daniel 4:33-35 PDT)

«En ese momento, Dios me sanó de mi locura. Me devolvió mi reino y mi honor; mi cuerpo volvió a ser normal; mis consejeros y los miembros de la corte volvieron a confiar en mí. Volví a ser el rey y me volví más rico y poderoso que antes. Por eso, yo, Nabucodonosor, alabo, bendigo y doy gloria al Rey del cielo. Sus obras son justas y sus caminos rectos. Él es capaz de humillar a los arrogantes.” (Daniel 4:36-37 PDT)

El rey Nabucodonosor

La Palabra registra que existió en Babilonia un rey llamado Nabucodonosor. Este fue un rey grande, admirable y su fama estaba extendida a los largo de muchos pueblos de la tierra. Entre otras cosas, se le atribuye la conquista y cautiverio de Jerusalén (2 Reyes 2). Sin embargo, en Daniel 3 nos muestra que su necedad lo llevó a construir una gran estatua de oro expresando

“… cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.” (Daniel 3:6)

… a lo cual Sadrac, Mesac y Abed-nego se opusieron con justa causa

No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. Ni te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20:3-5).

Bueno, como siempre, Dios mostró su poder ante toda Babilonia, salvando del fuego a Sadrac, Mesac y Abed-nego, sin embargo, ya Dios tenía planeado castigar la necedad de Nabucodonosor.

Advertencia a Nabucodonosor

Una de las cosas que más me agrada del Señor es que siempre nos va advertir, nos va a exhortar para retractarnos de nuestro mal caminar. Inmediatamente en el capitulo siguiente se registra

“Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño.” (Daniel 4:4-6)

a lo que Daniel, interpretando el sueño le dice:

Majestad, esto es lo que significa su sueño. El Dios altísimo ha ordenado todo esto contra el rey, mi señor: Usted será apartado de la gente y vivirá como los animales. Comerá pasto como el ganado y se mojará con el rocío. Durante siete años vivirá así, hasta que comprenda que el Dios altísimo es el único que gobierna los reinos de los hombres. Sólo Dios decide quién dirige los reinos. Cuando el ángel dijo: “dejen el tronco y las raíces”, quería decir que el reino seguirá siendo suyo. Se le devolverá cuando comprenda que el Cielo es la mayor autoridad.” (Daniel 4:24-26 PDT)

y añade:

«Por eso, mi rey, le pido que acepte el consejo que le doy: actúe con justicia y no peque más. En lugar de hacer maldades, ayude a los pobres. Así podrá seguir viviendo en paz.» (Daniel 4:27 PDT)

Consecuencias

Tristemente pasa 1 año y no hay registro de que el rey de Babilonia se arrepienta de su necedad, a lo que le acontece lo registrado en Daniel 4:29-37.

Los pasos de Nabucodonosor para llegar a la demencia fueron:

1. No reconocer a Dios en sus caminos actuando en necedad: Erigiendo una gran estatua para que se le rindiera adoración. (Proverbios 3:6)

2. Orgullo y soberbia: Alguien viene y le dice que se arrepienta pero lo que hace es dejar pasar el tiempo (12 meses) ¿De qué me voy arrepentir? ¿A quién he de darle yo cuentas? ¿Acaso yo no soy el gran rey Nabucodonosor? (Santiago 4:16)

3. Perdida de la bendición: La bendición de poder, riqueza y reino le fue quitada (Proverbios 16:18)

4. Demencia: “comía hierba como los bueyes”… (Santiago 4:17, 2 Corintios 4:4, Romanos 1:28)

Para reflexionar

Esta bien… Hablamos del rey de Babilonia pero… ¿Qué de nosotros? ¿Nos encontramos en un paso de los anteriores? ¿Actuamos en nuestra propia opinión? ¿Estamos actuando de manera altanera y arrogante?  Cuidado! No sea que estemos actuando como necios y neófitos, evaneciéndonos caigamos en condenación del diablo hasta perder el juicio (1 Timoteo 3:6).

Sabes? Hoy, una vez más, estamos a tiempo

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:10)

por ello sometámonos a Dios, caminemos en sus preceptos y estatutos, andemos en humildad… y

“… si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros.” (2 Corintios 5:13)

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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!

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