Salmos 42:1-2
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
El bramido es el sonido jadeante que emiten varios animales, entre estos, el ciervo. Este animal sube a las montañas para evitar los depredadores, sin embargo, cuando la temperatura baja hasta el punto de congelarlo todo, es donde empieza el caos para este animal dado que no encuentra agua que beber.
Así que rápidamente baja y empieza buscar agua que beber pero al no hallarla, empieza a bramar con un sonido disfónico tan fuerte que se llega a escucharse a gran distancia (Aprox. 5 kilómetros).
¿Sabes que este animal no dejará de hacer ese bramido desesperado y desgarrador hasta que calme su sed?
La Palabra de Dios expresa …
cuan hambriento, sediento, deseoso, desesperado estaba David por la presencia de Dios en su vida. David verdaderamente anhelaba a Dios y estar con Dios!
“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.” (Salmos 63:1-3)
David sabía lo que era tener una comunión con Dios
“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. Porque sol y escudo es Jehová Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en integridad.” (Salmos 84:10-11)
David reconocía que Dios era quien lo mantenía en pie, debido a su inmensa misericordia!
“!!Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz.” (Salmos 36:7-9)
Le encantaba rendirse ante la Presencia del Señor para darle alabanza
“Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” (Salmos 51:15-17)
Ahora, era tan enorme la comunión que tenía con el Señor y cuanta sed tenía del Señor que David para todo clamaba, clamaba, clamaba y Dios le respondía…
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3)
A prueba de esto…
“Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” (Salmos 110:1)
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.” (Salmos 51:10-11)
En época donde solo se hablaba de Jehová de los Ejércitos, tanta era la hambre de David que sabía del Padre, Hijo y Espíritu Santo! Un adelantado para su época!
Para meditar…
“Tal como el ciervo brama por corrientes de agua, así Señor, así mi alma clama por ti…
Tengo sed de Dios, del Dios vivo!”…
Esto lleva a preguntar… ¿Cuánta sed tenemos de Dios? ¿Cuál es nuestra verdadera motivación para buscar a Dios? ¿Cuál es nuestro verdadero interés en el Señor? ¿Vivimos de apariencias o en serio bramamos porque tenemos sed de Dios? Adoradores en espíritu y en verdad…
¿De casualidad lo hemos leído la cita del encabezado en la versión TLA?
«Así como un venado sediento desea el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti. Tú eres el Dios de la vida, y anhelo estar contigo. Quiero ir a tu templo y cara a cara adorarte sólo a ti.» (Salmos 42:1-2 TLA)
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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!