Isaías 53:3
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.”
Todos pasamos por la etapa donde queremos conquistar a alguien. Hacemos todo lo posible por conquistar esa persona que nos gusta.
Terminamos armando todo un plan y lo ensayamos una y otra vez para no cometer errores, pero que triste y abrumador es recibir a cambio un “No” de respuesta.
¿A quién le gusta ser rechazado? ¿A quién le gusta ser despreciado?
Sabes… Jesús nos redimió, nos dio vida eterna, nos justificó, nos perdonó, Él nos brindó la oportunidad de tener una comunión con el Padre porque nos reconcilio con Dios… Hoy tu ni yo deberíamos estar aquí porque nuestra paga debía ser muerte… Sin embargo, nos salvó de ese dictamen!
Veamos el día a día del Señor
Día a día, Él está a la puerta y llama pero lo dejamos esperando
«Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.» (Apocalipsis 3:20 DHH)
Día a día Él nos recuerda su número para que le llamemos pero lo dejamos esperando
«Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.»(Jeremías 33:3 NVI)
Día a día Él nos dice que nos ama pero nos da igual
«Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.» (Jeremías 31:3)
Día a día Él nos guarda de tantas cosas que ni sabemos y al finalizar el día ni gracias le damos
«Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad.» (Salmos 46:1 NTV)
Día a día Él crea oportunidades y abre puertas con fin de que seamos bendecidos pero cuando llega el momento de dar la gloria y la honra decimos: “¡Que inteligente somos!”
«Yo sé todo lo que haces. Escucha bien: he puesto ante ti una puerta abierta que nadie puede cerrar. Sé que aunque no tienes mucho poder, has seguido mis enseñanzas y no has renunciado a tu fe en mí.» (Apocalipsis 3:8 PDT)
Día a día que llegamos a tener un servicio en la iglesia, Él nos espera deseosamente y empieza deleitosamente a hablarnos pero mientras esto sucede nosotros pasamos más tiempo mirando el reloj que disfrutar su presencia
«No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.» (Eclesiastés 8:3)
¿Hemos despreciado al Señor?
Podría ser una excusa que le despreciáramos antes de aceptarle como Señor y Salvador pues no le conocíamos…
Pero ahora… ¿recordamos ese momento? Recordamos cuando fue que aceptamos al Señor como nuestro Señor y Salvador?
¿A partir de ese momento…. hemos despreciado al Señor?
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.“ (Isaías 53:3-7)
¿Le seguiremos despreciando o acudiremos a la cita?
Entonces levántate… Es hora!
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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!