Efesios 4:30-32
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
Como respuesta, el enojo es un estado emocional que sale a la luz por muchas razones, por ejemplo, cuando algo nos molesta o irrita, cuando nos humillan, cuando nos insultan, cuando nos sentimos amenazados, como respuesta a una injusticia o mala conducta, etc… desencadenando así desde una pequeña irritación hasta una ira explosiva que conlleva daño o violencia.
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:26)
La Palabra de Dios nos permite enojarnos, sin embargo, el enojo no controlado es nocivo y dañado, nos destruye, destruye a los que tenemos alrededor, no agrada a Dios y da lugar al diablo, por ello el Señor nos recomienda que no debemos albergar, ni abrazar este sentimiento para que continúe y se mantenga… Como respuesta, debemos apresurarnos a resolver el asunto antes de que se acabe el día!
El ejemplo en Naamán
“Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.” (2 Reyes 5:1)
Cierto día
“… vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.” (2 Reyes 5:9-12)
Y cuando estaba a punto de irse
“… sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” (2 Reyes 5:13)
Calmándose, comprendió que la palabra era buena así que
“… entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.” (2 Reyes 5:13-14)
¿Qué hubiera pasado si Naamán no hubiera controlado su enojo?
Controlando el enojo
Pero… si bien es cierto ¿Qué podemos hacer para evitar el enojo?:
1. Aunque todos tengamos alguna razón para enojarnos debemos entender que
“El que fácilmente se enoja hará locuras; Y el hombre perverso será aborrecido. Los simples heredarán necedad; Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.” (Proverbios 14:17-18)
2. Cuidémonos del “Quítate Señor!! Yo arreglo esto a mi manera!”
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” (Santiago 1:19-20)
3. ¿Sabios o necios?
“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.” (Proverbios 14:29)
4. Espera! Calma! No esperemos que sea tarde y digamos ¿Por qué dije eso?!! ¿Por qué hice eso?!!
“No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.” (Eclesiastés 7:9)
“Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.” (Salmos 37:8)
5. El enojarnos nos expone
“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.” (Mateo 5:22)
6. Controlémonos!!
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” (Proverbios 16:32)
“La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.” (Proverbios 19:11)
7. Pensemos antes de responder o actuar
“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces.” (Proverbio 15:1-2)
Recordemos que
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” (Mateo 5:9)
8. ¿Es injusto? Tranquilicémonos, dejemos el tema en las manos del Señor
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (Romanos 12:19-21)
9. La mejor medicina para el enojo
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.” (Marcos 11:25)
“Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” (Lucas 11:4a)
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.” (Mateo 18:21-22)
«¿Enojo? No gracias! No quiero quedarme solo». Más bien, ocupémonos en florecer en el fruto del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23)
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Dios te continúe bendiciendo y que sigas teniendo un excelente día en Cristo Jesús!